Feminismo y crítica de la economía política

Un feminismo verdaderamente emancipador no puede contentarse con visibilizar desigualdades: debe avanzar hacia una crítica radical de la economía política. No basta con denunciar la violencia de género si no se confronta el sistema que la produce y la reproduce. El capitalismo no solo explota el trabajo asalariado, sino que se sostiene en el trabajo no remunerado de millones de mujeres que sostienen la vida: en la casa, en los cuidados, en la reproducción cotidiana de la fuerza de trabajo. El patriarcado no es un residuo precapitalista: es un engranaje funcional al capital.

Por eso, la crítica feminista que se articula con el marxismo no es un añadido, sino una profundización del análisis de clase. Porque no hay emancipación sin transformación de las relaciones sociales que nos imponen roles, jerarquías y dependencias estructurales. Y porque liberar a las mujeres no es integrarlas a un sistema que las necesita subordinadas, sino transformar desde raíz ese sistema. Un feminismo de clase no pide inclusión: levanta una estrategia para derrocar las bases materiales de la opresión. Allí donde el capital invisibiliza, el feminismo marxista pone nombre, historia y sujeto político.

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