Expropiar y desarrollar el cobre: eje programático de la clase trabajadora de Chile

El 11 de julio no es solo una efeméride: es una memoria activa de soberanía popular frente al capital transnacional. La nacionalización del cobre en 1971 no fue un acto técnico ni meramente administrativo, sino una decisión profundamente política impulsada por la voluntad de poner los recursos estratégicos del país al servicio de las grandes mayorías. Fue la expresión concreta de una idea de dignidad nacional inseparable del protagonismo de la clase trabajadora y del pueblo organizado, que entendía que sin control sobre las riquezas, no hay proyecto emancipador posible.

Hoy, a 53 años de esa conquista, el cobre sigue siendo extraído de nuestras montañas, pero su renta sigue siendo expropiada por grandes capitales, nacionales y extranjeros. La “nacionalización” fue revertida por décadas de privatización, tratados de libre comercio y sumisión del Estado a la lógica del mercado. Conmemorar el 11 de julio no puede ser solo un ejercicio simbólico: es un llamado a retomar la lucha por el control democrático de los bienes comunes, a levantar nuevamente la pregunta por el para quién y el para qué de nuestras riquezas. Porque la dignidad nacional no se decreta: se construye en la lucha concreta por recuperar lo que nos pertenece.

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